Altiva y soberbia
sobre la cúspide más alta vislumbro la vida;
en sus ojos se plasmaron las aguas
y de ellos emergieron hijas de mitos y constelaciones
anunciando tiempo de lluvia,
hijas de tribus milenarias anunciando tiempo de sangre,
hijas de vidas y vidas anunciando tiempo de vida.
Ya armada,
y contemplada bajo un esquema real,
es sublime y transgresora,
impasible y en el fondo absoluta;
su propuesta escénica es simple,
es narrar la vida a través de metáforas y cantos,
es crear trazos precisos entre lo inmemorable y el ser.
Definirla es hablar de contrastes y contradicciones,
es recorrer una infinita gama de colores:
mujer de alas transparentes,
sacerdotisa de ceremonias ancestrales,
bruja de oscuros devaneos.
Todas son ella,
por su modo perverso y delirante,
por sus amores paganos
y sus noches de vuelos pausados;
lejos de temerle, habría que incitarla
llamarla, convocarla,
seria absurdo no hacerlo
cuando ella misma es una metáfora sobre la vida,
sobre el arte,
por su concepto narrativo,
por su creación continua,
y su abstracción de imaginarios.
La ironía parece de su propio invento,
dramáticamente alcanza la inocencia;
en el ámbito de las generaciones
escapa a todas,
por su avidez de mundo,
por ser gutural y acústica,
por no estar sujeta a la gravedad.
Y entre intenciones e intuiciones
todo lo sabe:
sabe que todo es efímero,
que pasamos del azul ceniza
al gris sin adjetivos,
que hay verdades ocultas
y mentiras hechas verdades;
y en esa búsqueda continua
y metafísica de sí misma
podría hallarse ordenando el cosmos,
en una obra de Rembrandt,
en la poesía de Rimbaud
o en la casa amarilla de Van Gogh.
Su propuesta estética es simple,
es ir desnuda bajo la piel,
bajo lo natural y lo artificial,
es ir desnuda bajo el ser.
sobre la cúspide más alta vislumbro la vida;
en sus ojos se plasmaron las aguas
y de ellos emergieron hijas de mitos y constelaciones
anunciando tiempo de lluvia,
hijas de tribus milenarias anunciando tiempo de sangre,
hijas de vidas y vidas anunciando tiempo de vida.
Ya armada,
y contemplada bajo un esquema real,
es sublime y transgresora,
impasible y en el fondo absoluta;
su propuesta escénica es simple,
es narrar la vida a través de metáforas y cantos,
es crear trazos precisos entre lo inmemorable y el ser.
Definirla es hablar de contrastes y contradicciones,
es recorrer una infinita gama de colores:
mujer de alas transparentes,
sacerdotisa de ceremonias ancestrales,
bruja de oscuros devaneos.
Todas son ella,
por su modo perverso y delirante,
por sus amores paganos
y sus noches de vuelos pausados;
lejos de temerle, habría que incitarla
llamarla, convocarla,
seria absurdo no hacerlo
cuando ella misma es una metáfora sobre la vida,
sobre el arte,
por su concepto narrativo,
por su creación continua,
y su abstracción de imaginarios.
La ironía parece de su propio invento,
dramáticamente alcanza la inocencia;
en el ámbito de las generaciones
escapa a todas,
por su avidez de mundo,
por ser gutural y acústica,
por no estar sujeta a la gravedad.
Y entre intenciones e intuiciones
todo lo sabe:
sabe que todo es efímero,
que pasamos del azul ceniza
al gris sin adjetivos,
que hay verdades ocultas
y mentiras hechas verdades;
y en esa búsqueda continua
y metafísica de sí misma
podría hallarse ordenando el cosmos,
en una obra de Rembrandt,
en la poesía de Rimbaud
o en la casa amarilla de Van Gogh.
Su propuesta estética es simple,
es ir desnuda bajo la piel,
bajo lo natural y lo artificial,
es ir desnuda bajo el ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario